«Cuando me encontré con mi comisario homónimo, confieso que no me sorprendí. Entre tantos de sus colegas, antes o después, era normal que también él apareciera. Más bien me asombró la terquedad, la obstinación con que lo he visto viajar de Egipto a Francia, de Estados Unidos a Turquía, siempre devoto de un sueño infantil de justicia e, incluso, de una justicia en verso. ...
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