Una hora antes del amanecer sonaba el cuerno para que nos levantáramos. De inmediato los esclavos se despertaban, preparaban el desayuno, llenaban una calabaza con agua, otra con su comida de tocino frío y torta de maíz, y se apresuraban a salir al campo de nuevo. Era un delito siempre castigado con latigazos que permanecieran en las cabañas después del amanecer. A continuación comenzaban ...
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