«No tengo tiempo» es la cantinela ordinaria hoy día. ¿Por qué? El tiempo no es objetivo, sino aquel al que el hombre impone su imaginario, sus deseos, sus obsesiones. Y la obsesión contemporánea es lo que Chabot llama el «hipertiempo»: el tiempo omnipresente que nos ponen delante nuestros teléfonos, nuestras agendas, nuestros ordenadores: un tiempo de inmediatez, contado más que de vida, enjaulado en ...
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