Quignard sostiene que, antes del lenguaje, antes de sumergirse en el habla, que es el segundo mundo, para el cuerpo hubo un primer mundo, amniótico, que es el de la danza. Aquel mundo mudo, cerrado, contenido, tantea en los pasos de danza los límites del lenguaje y procura abrirse a la falta absoluta de mundo, el desmayo, la 'descontinencia' y al fin la muerte. ...
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