Es difícil querer a esta ciudad. Madrid duele. Sobre todo a los madrileños. Si uno no es cómplice de la barbarie, salir a la calle es llorar viendo el panorama de fachas y fachadas. Madrid ha acabado su proceso de conversión en madrastra mala de cuento de niños. Lleva décadas en ello. Hoy, vencido y desarmado, el vecindario ha terminado por aceptar el papel ...
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