Él era el Führer solitario, el hombre comprometido con una nación: Alemania. Así lo presentaba la propaganda nacionalsocialista, que no dejaba espacio posible para una relación sentimental en la vida de Hitler. Sin embargo, una mujer lo acompañó durante cerca de quince años, en las reuniones decisivas, en los peores momentos, en el Berlín asediado por los soviéticos, en la hora de su muerte. ...
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