No se acostumbra la piel a la soledad del destierro. Sólo el místico lo niega, pues para él es un estorbo el cuerpo. El tiempo, la montaña, el torrente: en este libro la vida está como en suspenso, insegura de su línea de flotación. Todo está sujeto a la deriva, a la incertidumbre en la certeza misma del fluir. La vida pugna por asimilarlo, ...
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