"Érase una vez el fin" es la confesión de un condenado, no necesariamente por la ley --aunque se la salte cuando haga falta--, sino por un entorno degradado y carente de dignidad, donde la solidaridad entre desheredados se ha vuelto puñalada en la espalda o en toda la cara. El reverso de un anuncio reciente del Gordo. Un Gijón con ecos de Vian, Goodis ...
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