Viti, invadido de droga, vestido de brujo culpable, de violeta y vicio, con el cabello incendiado, no tiene boca porque solo necesita un ojo para comulgar en el sagrario del cuarto de baño. Surge en la noche arrastrado por las corrientes rubias, poseído por el delirio amarillo, patético en su patetismo, se detiene un momento a observar las estrellas que inventan líquidos y recuerdos. ...
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