Roca editorial de Libros, S.L.
La primavera se transformó lentamente en verano, con su inevitable calor aplastante y nuestras inevitables quejas a cuenta de ello. Viola decía que hacía tanto calor que las gallinas estaban poniendo huevos duros. Yo me quejaba menos que los demás porque a mediodía me escabullía con frecuencia al río, mientras que ellos preferían refugiarse en sus habitaciones, con los postigos cerrados, y echar una ...
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