Cinco lágrimas verdes

Ena y Leo, de dieciocho años, nacieron con sistemas inmunitarios rectificados, lo que les permite soportar enfermedades letales para cualquier otro mortal. Siempre han vivido en la Casa de las Cigüeñas, llamada así por las veletas que defienden sus muros con picos como espadas. Ambos son obra y propiedad de las cinco doctoras Diosdado, que los crearon in vitro con el fin de utilizarlos de cobayas en turbios experimentos médicos. «La banda de Hackers Luditas» ha borrado Internet del ciberespacio y sus habitantes han tenido que recolocarse en el mundo material. De ahí surgió la periFeria, un mercadillo continuo que se extiende en los márgenes de las ciudades, mezcla de embotellamiento infernal y zoco árabe, por el que deambulan los señores Gógol, ofreciéndose a «buscarte» información de todas clases. Mientras sopla el viento de ninguna parte, y en pleno verano cae la nieve del año pasado, las hermanas Diosdado proponen la última misión a sus cobayas humanas, con la promesa de curarles del mal que contrajeron con un beso, y que desde entonces les ha impedido besarse. Ena tendrá que dejarse implantar a «Hamlet», un embrión humano sietemesino. Hamlet fue concebido como el experimento culminante de las cinco ingenieras genéticas: un embrión al que inocularon el virus de la inteligencia suprema, con el fin de traer al mundo al superhombre que conocería todas las respuestas. El experimento falló, y el resultado fue un monstruo con el cerebro bloqueado por millones de procesos mentales simultáneos, incapaz de desarrollarse atrofiado por un alud de pensamientos. Un engendro hiperinteligente suspendido entre la vida y la muerte, entre el ser y el no ser.