Diario de un bibliotecario en Tombuctú

«El gran enemigo del hombre es el miedo, lo veo cuando miro atrás y veo todo lo que he dejado. Tengo miedo de perder todo, de volver a hacer de nuevo el recorrido de una vida. Quien tiene miedo deja de vivir. Llevo unos días sin pasear sobre las dunas. Los vecinos me aconsejan no salir. Me puse en el ángulo este de la casa, mirando el sol levantarse. Llegó un vecino corriendo, me pidió entrar, decía que los islamistas llegaban. No me he movido. Un poco después he empezado a oír coches. Pasaban lentamente, en un silencio sepulcral. Sobre cada coche flotaba una bandera negra con escritura blanca. Había dos personas delante y de tres a cinco detrás de cada coche, armadas todas. De vez en cuando se escucha: Allah Akhbar! Dios es Grande. Los niños corrían tras ellos. He comido. Hicieron té. Hace mucho que no lo tomo. Me supo a gloria. Me retiré a la sala de los manuscritos y terminé de meterlos en cajas». En abril de 2012, los salafistas rodearon la casa de Ismael Diadié para destruir el Fondo Kati, un legado creado por la familia Kati y reunificado por Ismael. Empujado por la guerra, abandona Tombuctú y desanda el camino iniciado cinco siglos atrás por su antepasado Alí Ben Ziyad Al Qutí, que dejó Toledo en 1467 llevándose consigo los 400 manuscritos iniciales del fondo en busca de un hogar en paz en Malí. En su fuga hacia Granada, Ismael logró dispersar miles de manuscritos escondidos en desvanes de familiares. Un relato estremecedor sobre los estragos de la guerra y el tesón de sus víctimas por salvar sus bienes más preciados. Ismael Diadié logró salvarguardar los más de 12.000 manuscritos de la Biblioteca Fondo Kati. El Fondo Kati es hoy un día un puente entre culturas.