La palabra hebrea significa literalmente «contracción», «retirada», «limitación» y «concentración». En la cábala, apela a la autolimitación que Dios se impone antes de la creación del mundo, con el fin de poder crearlo. El místico judío Isaac Luria acuñó este concepto en el siglo XVI, proclamando que Dios, como Ein Sof, como el Todo Supremo omnipresente e infinito previo a la creación, debe concentrarse en sí mismo en el antes de retirarse y dejar espacio para la creación del mundo en el centro de lo divino, al mismo tiempo que autolimita su omnipotente infinitud para permitir que surja el mundo finito. Así pues,
sin no hay creación, de ahí que sea uno de los conceptos medulares del judaísmo.
La enseñanza del , que apareció en los textos jasídicos como una de las nociones más importantes de la cábala, ha fascinado a filósofos y cabalistas como Gershom Scholem o Hans Jonas, pero también a artistas de los siglos XX y XXI como Barnett Newman, Christoph M. Loos o Anselm Kiefer.