Velada en San Petersburgo

Finales de 1998. Yuri Ilich anuncia como si nada su próxima muerte; y cuenta a su hija y a una amiga de ésta, Irina (jóvenes viudas «de Afganistán»), un hecho importante y desconocido, que en realidad ha sabido de segunda o tercera mano, de manera que la suya sería la cuarta. ¿Cómo fue en realidad? El metarrelato se da sobre el fondo del derrumbe progresivo de la Unión Soviética. Yuri fue combatiente en la guerra patriótica, chekista temprano y duradero, hasta llegar al cinismo (más que al desengaño). El tono del relato insiste en un humor corrosivo. Con otros muchos recuerdos, el viejo Yuri cuenta cómo el compositor Tijon Jrénnikov intentó que el escritor Alexander Fadéiev no se suicidara en 1956. No lo consiguió. El relato es grotesco. Años después, en 2014, Sonia Ilichna, su hija, va con su amiga Irina Ivánovna a ver una función de teatro alternativo. ¡Es la misma historia, pero más grotesca aún, o al menos son los mismos protagonistas y el mismo desenlace: suicidio! De fondo, entre 1998, la deriva rusa, desde la tragedia del final de la década y del siglo hasta la cada menos disimulada dictadura. Y Sonia parece conversar con su padre muerto. Esta novela es pura ficción en un paisaje verdadero. Se escribió en 2018-2019, según un proyecto del autor que se remontaba a los años noventa. No fue necesario lo que ahora está ocurriendo para escribirla. Ni se ha añadido ni borrado una sola letra de su revisión en 2020.