Hoy es consciente todo historiador de que el objeto de su disciplina no es el pasado en sí mismo, sino aquello que, en las huellas que el pasado nos deja, aún puede responder a las cuestiones que hoy nos planteamos. Lo asignado a la historia no es, pues, «resurrección» -aquella que soñaba Michelet-, sino una labor de comprensión. Para dar cuenta del estado más ...
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