En enero de 1836, tras ser declarado culpable por diversos delitos de estafa y asesinato, Pierre-François Lacenaire (Lyon, 1803-París, 1836) culminó su venganza contra la sociedad subiendo con paso firme a la guillotina. La delincuencia, «privilegio» exclusivo hasta ese momento de las clases marginales y analfabetas, se encarnó entonces en un hijo de la burguesía con dotes para la poesía y la oratoria. El ...
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