Cuenta el autor que en cierta ocasión pidió en un estanco unos puros que se dejaran fumar, 'fresquitos'; el estanquero le atendió con los humos propios de su malafollá y, al marcharse, comentó a su mujer con voz suficiente para que lo escuchara: 'Ése se cree que está comprando boquerones'. Con esta anécdota, no recogida en el presente libro, José G. Ladrón de Guevara ...
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