«Una mañana temprano, la infantería enemiga desató unos feroces fuegos artificiales detrás de nuestras posiciones, hacia el puesto de mando del batallón. Era perfectamente distinguible la lenta cadencia de los subfusiles ametralladores de los rusos y de las ágiles respuestas de nuestras ametralladoras. A continuación llegaron las detonaciones de las granadas de mano. ¿De qué iba todo esto? Los rusos habían empleado la tubería ...
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