De esta sociedad -de este estado de cosas- hay que separarse, llevar a cabo un acto lleno de «herejía». Y separarse tranquilamente, sin gritos ni tumultos, en silencio y en secreto; no solo, sino en grupos, en «sociedades» auténticas que puedan crear una vida lo más independiente y sensata posible, sin ninguna idea de falansterio o de colonia utópica, en la que cada cual ...
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