Durante diez siglos, la jerarquía eclesiástica occidental fue indecisa, cuando no reticente, en cuanto a promover el culto a la Virgen María. Desde que el concilio de Éfeso, en 431, la proclamara como Madre de Dios, se le incorporaron cada vez más atributos divinos. Con razón se temía que el marianismo diera continuidad a los cultos de las diosas paganas de la Madre Tierra, ...
21,95 €