«Cuando la degradación de la ciudad y la naturaleza alcanza semejantes cotas, ¿cómo poder admirar la belleza de mares, iglesias o monumentos? La belleza está infectada por la fealdad que la rodea, y aunque esté ahí, una especie de infelicidad se interpone entre ella y nuestra mirada. ¿El mundo que amamos? Era ese mundo de colores y transparencias que nos mostraron Pissarro, Manet, Monet, ...
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