Si fuéramos capaces tan sólo de entreabrir las puertas de cada intimidad, no encontraríamos un solo corazón donde no habite la tristeza, el temor o la desolación. Sufre el pobre por ser pobre, sufre el rico por ser rico; sufre el joven por ser joven y sufre también el anciano. ¡Sufrir!: He aquí el manjar que nunca falta en el convite de la vida. ...
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