Una dulce posteridad: eso era lo que Alejandro Magno buscaba y la consiguió. Embalsamado en miel, su cadáver dorado se convirtió en una atracción que nadie quería perderse, y que visitaron Julio César y varias generaciones de emperadores romanos. Según testigos directos, Alejandro siguió siendo «Magno» durante 538 años. La historia de «Alex» (así como la confirmación moderna de las extraordinarias propiedades de la ...
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