Fue en Moreda donde los habitantes arrojaron al mar sus relojes desde los acantilados bermejos de Mainar. Viven desde entonces ajenos al paso del tiempo, en ese pueblo donde, antes incluso de divisar los tejados, nos envuelve el olor de la bergamota y el azahar, aunque hace mucho que no quedan naranjales en la zona. Allí fue también donde a Amaro Oliveira, como nunca ...
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