A su quehacer poético y ensayístico, Eugenio Montejo agregó el cultivo de lo que llamó 'escritura oblicua', una versión muy personal y con frecuencia lúdica de la heteronimia. En la tradición de Larbaud, Pessoa y Machado, la 'oblicuidad' concibe nuestra esfera subjetiva como laberinto. Alrededor de Blas Coll, tipógrafo de Puerto Malo, excéntrico maestro obsesionado con el lenguaje, se organiza la labor de los ...
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