Enero de 1939. Frida Kahlo llega a París. André Breton, deslumbrado por sus primeros cuadros, la ha calificado de surrealista y le ha prometido montarle una exposición. La breve estancia de la pintora en la capital francesa sirve para que conozca --y critique ferozmente-- los círculos artísticos de la ciudad. También, para exponer en una galería y para que Picasso reconozca su talento único ...
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