Las semillas son un prodigio de humildad y fuerza. Pueden ser diminutas como el polvo o grandes como un balón de fútbol. Pueden esperar cientos de años a que llegue un momento favorable para germinar. Por eso emprenden largos viajes cruzando mares, volando, o agarrándose a nuestros calcetines hasta encontrar un lugar adecuado. Para moverse algunas llevan alas, otras ganchos, o flotadores, sustancias pegajosas, ...
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