Un día mi hija Elizabeth, me preguntó: «mami, ¿por qué la Luna está roja hoy?» Íbamos paseando por la playa y yo andaba jugando con la arena. Miré a Elizabeth, después miré la Luna y la vi. Fueron unos segundos extraordinarios. Entonces me agaché y le dije: «Porque hoy la Luna se ha pintado los labios rojos. Igual que mamá». Elizabeth sonrió.
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