Si América fuera el espejo en el que se mira el hombre del Renacimiento, África será donde el hombre ochocentista cobrará conciencia de si mismo. En su autodestrucción ideológica, la Europa burguesa del progreso y de la máquina necesitaba mitos, y el "continente oscuro" se los proporcionó con creces. Forjada con los testimonios de los que lo recorrieron, aquella fantasmagoría llamada África sirvió para ...
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