Ya desde muy pequeño, Bertrand Russell se caracterizó por su espíritu disquisitivo; no había tema o axioma sobre los que no tuviera una pregunta. Admirador de Euclides desde los once años, para Russell las matemáticas se convirtieron en una pasión de por vida. Lector voraz, estudioso y autodidacta, profundizó en la poesía, la filosofía, la historia, la política, la ética, la metafísica, la filosofía ...
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