La hija del señor Bianchi no puede dormirse sin que le cuenten un cuento. Así que su padre, viajante de comercio, cada noche, estuviera donde estuviese, le telefoneaba a las nueve en punto y le contaba un cuento. Dicen que cuando el señor Bianchi telefoneaba a Varese, las señoritas de la telefónica suspendían todas las llamadas para escuchar sus cuentos. ¡Claro! Algunos son tan ...
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